Laudato Si y la ecología humana en las organizaciones

Laudato Si y la ecología humana en las organizaciones

El 18 de junio pasado se dio a conocer al mundo Laudato Si, encíclica del Papa Francisco, que aborda principalmente el enorme desafío medioambiental que tenemos entre manos, el que por su impacto mundial,debe ser enfrentado por políticas y compromisos también globales.
Uno pensaría -qué relevancia puede tener este mensaje ecológico en el mundo de la empresa, del trabajo y de la gestión del talento en las organizaciones- sin embargo, al leerla nos encontramos con que la relación no es remota, sino explícita en el documento. Ello, porque “Si la crisis ecológica es una eclosión o una manifestación externa de la crisis ética, cultural y espiritual de la modernidad, no podemos pretender sanar nuestra relación con la naturaleza y el ambiente sin sanar todas las relaciones básicas del ser humano”. (P. 119) En ese marco la encíclica destaca el rol que tiene el empleo para dignificar al hombre y a la mujer, el sentido positivo que tiene hacer uso responsable de los recursos naturales y transformarlos por medio de la técnica para conseguir una mejor calidad de vida y resolver toda clase de problemas, siempre y cuando, no se caiga en la sobre explotación, en el consumo desmedido y en una mentalidad “del descarte”.
En efecto, un eje que atraviesa Laudato Si, es la convicción que en el mundo, todo está conectado. Vivimos inmersos en un gran sistema, en el cual, lo que ocurra a cualquiera de sus partes terminará afectando al todo, tarde o temprano. Por ello, se preocupa de poner el acento en la toma de conciencia sobre la importancia del trabajo para preservar la “ecología humana”, de modo que las medidas que se tomen para contrarrestar los efectos del cambio climático, no atenten contra la creación de riqueza y empleo, sino que más bien reorienten la actividad productiva y empresarial hacia metas más integrales, cuidando los debidos equilibrios.
Así como ocurre cuando la temperatura de nuestro planeta sube 1 o 2 grados más en promedio, con  catastróficas consecuencias para el clima que se vuelve cada vez más hostil, cuando sube la temperatura social ello también tiene graves consecuencias para la estabilidad y la paz social. Lo mismo apreciamos cuando analizamos el denominado “clima organizacional”, expresión significativa a la luz de los mensajes de LaudatoSi. Cuando éste es positivo, la motivación y la productividad se elevan, beneficiando a todos. Cuando el clima está deteriorado, todo decae, se degenera, el esfuerzo es el mínimo indispensable, los rumores cunden, la productividad baja, en fin, se deterioran los lazos entre personas que deben unirse para servir a la comunidad con el servicio o producto que generan, afectando de paso, a todos los stakeholders, incluido el medio ambiente.
Y es que una compañía es en realidad, una comunidad de personas, un ecosistema de delicado balance, frágil, que hay que cuidar activamente, con políticas y prácticas bien pensadas, evaluadas, corregidas, que demuestren que todos y cada uno importan. Que las personas son un fin en sí mismas y que por lo tanto, no deben ser instrumentalizadas.
“El trabajo debería ser el ámbito de este múltiple desarrollo personal, donde se ponen en juego muchas dimensiones de la vida: la creatividad, la proyección del futuro, el desarrollo de capacidades, el ejercicio de los valores, la comunicación con los demás, una actitud de adoración. Por eso, en la actual realidad social mundial, más allá de los intereses limitados de las empresas y de una cuestionable racionalidad económica, es necesario que «se siga buscando como prioridad el objetivo del acceso al trabajo por parte de todos» (P. 127)
Es significativo que el Papa Francisco deje clara la íntima relación que existe entre ecología natural y humana, ya que si no nos preocupamos del prójimo a quien vemos, ¿qué interés tendremos realmente, en cuidar la casa comúnpara las generaciones venideras o para los habitantes de otros continentes más golpeados por los desastres medioambientales? Hay que preservar esta coherencia entre el cuidado por las personas, con la protección por la naturaleza, de modo que las empresas no caigan en la tentación de exhibir elevados estándares medioambientales y notables proyectos ecológicos, mientras descuidan a proveedores, colaboradores, accionistas minoritarios o cualquiera de sus grupos de interés.
María Angélica Zulic G.
Directora Unión Social de Empresarios Cristianos (USEC)
Gerente General Laborum

 

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